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MANIFIESTO

No es que haga joyas.

Doy forma al temblor interno que no había expresado. Fundo rabia y ternura. Forjo cicatrices y deseos.

Libero formas en el metal, en la materia.

Las fundo, las golpeo, las quiebro, las someto al fuego, las enfrento a su límite hasta que su verdad aparece. Las busco donde nadie más mira.

En la herida. En la rabia.

En el ataque de risa. En la ironía.

Cada pieza es un grito contenido, una caricia que corta, una emoción destilada en metal.

Como yo. Como tú.

Soy materia viva. Sostenible, no por moda, sino por convicción feroz.

Me importa el origen, el proceso, la ética detrás del brillo.

Porque el lujo verdadero no es lo que se ve, es lo que se vive.

No sigo tendencias.

Las rompo. Las quemo. Las transformo.

Creo desde la raíz, con furia y con alma.

Mi taller no es un lugar bonito. Es un campo de batalla. De gritos silenciosos, de manos sucias, de amor potente.

Es donde mis emociones se hacen cuerpo.

Hay fuego, hay agua, hay ruido. Hay caos, hay magia.

Hay mujeres con su alma desnuda y un soplete encendido.

Cada pieza que nace de mis manos es una declaración: “¡Estoy viva!”

Es la euforia de existir con intensidad. Es la belleza sin filtro ni condiciones.

No uso moldes.

No repito fórmulas.

Porque lo que yo hago no es para complacer.

Es para recordar quién eres cuando te atreves a sentirlo todo.

Mis joyas no piden permiso. No buscan likes. No siguen tendencias.

Se aferran a tu piel como un talismán que te recuerda tu parte más pura, más salvaje, más honesta.

Están hechas para quienes no encajan, para quienes sienten demasiado, para quienes se atreven a ser lienzo, no escaparate.

Para seres que no caben en una categoría. Que se atreven a habitar su incomodidad y convertirla en belleza.

Después de diez años forjando piezas con cada emoción que me atraviesa, romperme, reconstruirme y vivir con el alma en carne viva, hoy vuelvo con más verdad que nunca.

Para invitarte a un ritual de transformación. De cuerpo, de identidad, de historia.

Para recordarte una parte de ti.

Portar una de estas piezas, es recordar quién eres cuando nadie te está mirando.

Y que la uses como armadura, como grito, como cicatriz bella.

Esto no es moda o tendencia; no es lujo vacío.

Es memoria.

Es presencia pura.

Esto es cuerpo.

Esto es parte de ti.

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